jueves, septiembre 30, 2004
Fu Fu y Chucu Chucu Chucu
Uno de mis más tiernos recuerdos de la infancia es el ir con el corazón galopante hacia el kiosco de enfrente de mi escuela primaria a comprarme un chocolatito Jack. No por el chocolate en sí (más de una vez tuve que dejarlo por esa puta alergia que tengo) sino por la sorpresa de su interior. "Qué me iba a tocar esta vez?", solía pensar, "Martin Karadagian o Hijitus?". Casi siempre me tocaba algo intrascendente como un ratón parado sobre un queso gruyere, o la letra W (ja, si habré pasado tiempo tratando de completar ese abecedario mío: B C D G H H H H W W W W W W W W...).
La verdad es que la emoción de abrir esos chocolatitos era algo supremo, y no se como no pasé a engrosar la fila de los querubines muriéndome de un infarto por la ansiedad de que me salga la Momia Negra en uno de esas golosinas.
Como uno nunca puede dejar escapar ese infante que vive adentro de uno (y en mi caso mas de una vez vive demasiado afuera), el otro día pasando por un kiosco vi que todavía estaban esperandome los Jack, pero ya no con los Titanes ni con los personajes de Garcia Ferré, sino con los Simpson. Bueno, es un signo de los tiempos, de la globalización, de la dependencia cultural, que se yo. No es a lo que apunto en este comentario. Obviamente, en el kiosco solo quedaba la propaganda de los Jack, no tuve la chance de encontrarme ni con Homero ni con el Sr Burns dentro de un envoltorio. Mi frustración fue terrible, y me dije "carajo, no se lo que quiero pero lo quiero ya", y mis ojos comenzaron a recorrer desesperadamente la vitrina del kiosquete. Y allí los ví. No eran ninguna reproducción de los huevos Fabergé ni mucho menos, pero en ese momento eran suficiente para mi. Supuse que adentro de un Kinder iba a encontrar una sorpresa que me causaría un placer semejante a esos orgasmos infantiles causados por el Sr Felfort. Cuando tuve el huevo en mi mano (ojo, el de chocolate) y lo abrí, realmente la sorpresa fue mayúscula. Dentro de la capsulita naranja portadora de fantasias, encontré esto...
Que mieeerda?! Que era eso?! Un tecno-caracol? Una tortuga matrix? La famosa pija biónica? Me sentí un pelotudo con eso en la mano. Semejante grandote. Retropajero. Diganmé, los chicos de estos días tendrán en el futuro esa nostalgia por los muñequitos de las golosinas como tenemos los treintañeros por los Jack? No generarán el mismo odio y bronca que sentí yo al encontrarme con semejante garcha? Algún purrete generará un resentimiento tal que piense "yo cuando sea grande voy a ser un terrible hijo de puta y voy a ser el Ingeniero Creador de los Monstruos Amorfos que vienen en los Huevos"? Habrá alguien realmente que haga los bocetos de semejantes atrocidades, o serán producto de algún conjuro del demonio? Vaya uno a saber.
Por lo pronto el caracol-tortuga-pija descansa sobre mi PC, para hacerme recordar aquellos buenos tiempos perdidos en los que una sorpresa te podía hacer alegrar toda una vida.
La verdad es que la emoción de abrir esos chocolatitos era algo supremo, y no se como no pasé a engrosar la fila de los querubines muriéndome de un infarto por la ansiedad de que me salga la Momia Negra en uno de esas golosinas.
Como uno nunca puede dejar escapar ese infante que vive adentro de uno (y en mi caso mas de una vez vive demasiado afuera), el otro día pasando por un kiosco vi que todavía estaban esperandome los Jack, pero ya no con los Titanes ni con los personajes de Garcia Ferré, sino con los Simpson. Bueno, es un signo de los tiempos, de la globalización, de la dependencia cultural, que se yo. No es a lo que apunto en este comentario. Obviamente, en el kiosco solo quedaba la propaganda de los Jack, no tuve la chance de encontrarme ni con Homero ni con el Sr Burns dentro de un envoltorio. Mi frustración fue terrible, y me dije "carajo, no se lo que quiero pero lo quiero ya", y mis ojos comenzaron a recorrer desesperadamente la vitrina del kiosquete. Y allí los ví. No eran ninguna reproducción de los huevos Fabergé ni mucho menos, pero en ese momento eran suficiente para mi. Supuse que adentro de un Kinder iba a encontrar una sorpresa que me causaría un placer semejante a esos orgasmos infantiles causados por el Sr Felfort. Cuando tuve el huevo en mi mano (ojo, el de chocolate) y lo abrí, realmente la sorpresa fue mayúscula. Dentro de la capsulita naranja portadora de fantasias, encontré esto...

Que mieeerda?! Que era eso?! Un tecno-caracol? Una tortuga matrix? La famosa pija biónica? Me sentí un pelotudo con eso en la mano. Semejante grandote. Retropajero. Diganmé, los chicos de estos días tendrán en el futuro esa nostalgia por los muñequitos de las golosinas como tenemos los treintañeros por los Jack? No generarán el mismo odio y bronca que sentí yo al encontrarme con semejante garcha? Algún purrete generará un resentimiento tal que piense "yo cuando sea grande voy a ser un terrible hijo de puta y voy a ser el Ingeniero Creador de los Monstruos Amorfos que vienen en los Huevos"? Habrá alguien realmente que haga los bocetos de semejantes atrocidades, o serán producto de algún conjuro del demonio? Vaya uno a saber.
Por lo pronto el caracol-tortuga-pija descansa sobre mi PC, para hacerme recordar aquellos buenos tiempos perdidos en los que una sorpresa te podía hacer alegrar toda una vida.
lo dijo el Sr Coso a las 8:56 a. m.
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