miércoles, octubre 06, 2004
Análisis de texto: Platero y yo
Vamos a comenzar aquí una sección que tratará de desenmascarar el plan maquiavélico de vaya a saber quién para corromper a toda nuestra linda juventud. ¿Quién no ha leído en su escuela primaria el famoso libro "Platero y yo"? ¿Alguien volvió a releer ese libro para entender realmente lo que nos estaba contando?
En su momento nos dijeron que era la historia de un niñito y su mascota, un burrito. Pero abran los ojos mas allá de lo evidente y fijensé la enseñanza que nos estaba quedando dentro de nuestros cerebritos vírgenes...
Platero es un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se
diria todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache
de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico,
rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas.... Lo
llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mi con un trotecillo alegre que
parece que se rie, en no se que cascabeleo ideal....
Acá se nota que el pibe tenía un problema grave: una zoofilia galopante. Y bien digo galopante, por más que sea un burro. Piensa que el burro se le ríe, que anda acariciando flores con una terrible presunción de putez. Aparte es preocupante algo que deja tácito: “tan blando por fuera”... ¿qué, sabe como es por dentro? ¿Se verificará para el burro esa frase “Seco como culo de perro”? Dios mío, sigo leyendo esto, no era así como me lo acordaba.
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas
moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita
de miel....
A la mieeerda... “Come cuanto le doy” Sin palabras, el burro se la come y él se la da. Esto es demasiado fuerte para que lo lean en la Primaria, loco. “Los higos morados”... ¿Habla del órgano del burro? No puedo creer lo que estoy leyendo.
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña ... pero fuerte y
seco como de piedra.
Acá salta que el burro es bisexual. Y podemos afirmar que el pibe ha estacionado la bicicleta dentro del pobre bicho. Seco como piedra...
Pasemos a otro párrafo:
Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo
cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.
Acá sale que el pibe se viste de negro, con barba y sombrero, vale decir que es sadomaso. Debe escuchar Marilyn Manson también. Y está la ambigüedad presente con eso de cabalgar al burro, que después de todo lo leído ya no sé a que se está refiriendo realmente.
Cuando, yendo a las viñas, cruzo las ultimas calles, blancas de cal con
sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los
harapos verdes, rojos y amarillos las tensas barrigas tostadas, corren
detrás de nosotros, chillando largamente:--iEl loco! iEl loco! iEl
loco!...
Bueh, imagen extraña esta. Lo persiguen niños que sabe de su condición de frotaburros, y le gritan “El loco”... ¿O será lo que escucha al pasar, y realmente los chicos dicen “El lo co...ge al burro”? Por otra parte, al decir “chiquillos aceitosos y peludos, de tensas barrigas tostadas” surge otra vez la presunción de putez. Que descripción más bala.
Pasemos a otro párrafo...
Mira, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas blancas, sin color...Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las manos... ¿Qué haré yo con tantas rosas?
Pasamos de la zoofilia a la apología. Loco, convidá de lo que estás tomando. Aparte la presunción ya pasa a ser una aseveración de putez. Le caen rosas por todas partes ¿Por qué no figuritas con la cara de Tevez? El cielo se deshace en rosas ¿Quién es, Cristian Castro? Basta para mí.
Podemos concluir diciendo que este libro trata sobre la relación zoofilica entre un burro y un muchacho de costumbres non sanctas que tiene delirios causados por la ingesta de vaya a saber que sustancias prohibidas.
No sé como aún pueden estar haciendo leer este librito en las escuelas. Seguro debemos estar generando asesinos seriales con este material.
En su momento nos dijeron que era la historia de un niñito y su mascota, un burrito. Pero abran los ojos mas allá de lo evidente y fijensé la enseñanza que nos estaba quedando dentro de nuestros cerebritos vírgenes...
Platero es un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se
diria todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache
de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico,
rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas.... Lo
llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mi con un trotecillo alegre que
parece que se rie, en no se que cascabeleo ideal....
Acá se nota que el pibe tenía un problema grave: una zoofilia galopante. Y bien digo galopante, por más que sea un burro. Piensa que el burro se le ríe, que anda acariciando flores con una terrible presunción de putez. Aparte es preocupante algo que deja tácito: “tan blando por fuera”... ¿qué, sabe como es por dentro? ¿Se verificará para el burro esa frase “Seco como culo de perro”? Dios mío, sigo leyendo esto, no era así como me lo acordaba.
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas
moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita
de miel....
A la mieeerda... “Come cuanto le doy” Sin palabras, el burro se la come y él se la da. Esto es demasiado fuerte para que lo lean en la Primaria, loco. “Los higos morados”... ¿Habla del órgano del burro? No puedo creer lo que estoy leyendo.
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña ... pero fuerte y
seco como de piedra.
Acá salta que el burro es bisexual. Y podemos afirmar que el pibe ha estacionado la bicicleta dentro del pobre bicho. Seco como piedra...
Pasemos a otro párrafo:
Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo
cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.
Acá sale que el pibe se viste de negro, con barba y sombrero, vale decir que es sadomaso. Debe escuchar Marilyn Manson también. Y está la ambigüedad presente con eso de cabalgar al burro, que después de todo lo leído ya no sé a que se está refiriendo realmente.
Cuando, yendo a las viñas, cruzo las ultimas calles, blancas de cal con
sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los
harapos verdes, rojos y amarillos las tensas barrigas tostadas, corren
detrás de nosotros, chillando largamente:--iEl loco! iEl loco! iEl
loco!...
Bueh, imagen extraña esta. Lo persiguen niños que sabe de su condición de frotaburros, y le gritan “El loco”... ¿O será lo que escucha al pasar, y realmente los chicos dicen “El lo co...ge al burro”? Por otra parte, al decir “chiquillos aceitosos y peludos, de tensas barrigas tostadas” surge otra vez la presunción de putez. Que descripción más bala.
Pasemos a otro párrafo...
Mira, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas blancas, sin color...Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las manos... ¿Qué haré yo con tantas rosas?
Pasamos de la zoofilia a la apología. Loco, convidá de lo que estás tomando. Aparte la presunción ya pasa a ser una aseveración de putez. Le caen rosas por todas partes ¿Por qué no figuritas con la cara de Tevez? El cielo se deshace en rosas ¿Quién es, Cristian Castro? Basta para mí.
Podemos concluir diciendo que este libro trata sobre la relación zoofilica entre un burro y un muchacho de costumbres non sanctas que tiene delirios causados por la ingesta de vaya a saber que sustancias prohibidas.
No sé como aún pueden estar haciendo leer este librito en las escuelas. Seguro debemos estar generando asesinos seriales con este material.
lo dijo el Sr Coso a las 1:11 p. m.
|