lunes, octubre 04, 2004
Postales de Acá
Uno no puede decir que conoce la ciudad de Rosario si no estuvo un sábado a la mañana caminando (o tratando de hacerlo) por la peatonal Córdoba. Allí se ve la verdadera esencia del Rosarino Básico, mirando y dejandose ver, transformando a dicha calle en una extensa pasarela de un desfile de modelos freaks, entre los cuales por supuesto me incluyo.
Según pasan los años y las modas, en algunos rincones hubo parados mimos improvisados, estatuas vivientes demasiado parlantes, vendedores de fantasías hechas a mano con alambres y porotos, pintores de discos de vinilo, el lanzallamas puteador, las promotoras de farmacia, el ciego que toca chamamé en su guitarra, el loco que dirigía el tránsito con su radio portátil, un par de acordeonistas sordos, y el ciego que vende billetes de lotería y se da vuelta cuando pasa alguna señorita pulposa. También suelen armarse manifestaciones varias, en pro o en contra de algo, y siempre aparecen en el sentido contrario al que vos vas caminando.
Es una costumbre ya desde hace algunos años que los sábados se reune gente que regala animales domésticos en el cruce de las dos peatonales (Córdoba y San Martín para más datos). Podemos ver la sonrisa de algún niño llevándose un perrito marca perro (o en su defecto un gatito marca gato) abrazado contra su pecho, feliz por haber agrandado su lista de amistades. Casi siempre al lado está la figura paterna y/o materna con una cuasi-cara de culo pensando en que al final de todo iban a tener que encargarse de esa bestia una vez que el chico se aburra. Y bueh, siempre es así, es el Círculo de la Vida, preguntale a Simba.
Pero este sábado hubo algo que no había visto nunca anteriormente. Había una de esas manifestaciones protestando, gritando por altavoces frases tipo “...terrorismo de estado...”, “...somos víctimas...”, “...están chupando...”. La verdad es que uno desgraciadamente está acostumbrado a ver ese tipo de marchas, sin demasiado eco en la gente que casualmente transita por la peatonal. Pero cuando ves que en la marcha hay un tipo disfrazado de león y otro de perro azul, ahí la cosa cambia un poco. En un momento se me quemaron los cables cerebrales. Que mieeerda? No entendía que tenía que ver lo que oía con esa imagen carnavalesca. Y entonces me detuve y presté un poco más de atención.
Era una manifestación de la Sociedad Protectora de Animales, que iba directo hacia la Municipalidad, porque parece que algo ha estado pasando con algunos perros, como que han sido llevados por la perrera y allí fueron ultimados sin preguntar si tenían dueño o no. No me quedo muy en claro el tema, no podía dejar de observar a ese perro azul cabezón de dos metros de alto que se movía al compás de un bombo bajo una pancarta que decía “Aparición con vida”.
Seguí luego tranquilo recorriendo mi surco sabatino, como siempre, pensando en que jamás dejaré de sorprenderme de esta ciudad. Ni ella de nosotros.
Según pasan los años y las modas, en algunos rincones hubo parados mimos improvisados, estatuas vivientes demasiado parlantes, vendedores de fantasías hechas a mano con alambres y porotos, pintores de discos de vinilo, el lanzallamas puteador, las promotoras de farmacia, el ciego que toca chamamé en su guitarra, el loco que dirigía el tránsito con su radio portátil, un par de acordeonistas sordos, y el ciego que vende billetes de lotería y se da vuelta cuando pasa alguna señorita pulposa. También suelen armarse manifestaciones varias, en pro o en contra de algo, y siempre aparecen en el sentido contrario al que vos vas caminando.
Es una costumbre ya desde hace algunos años que los sábados se reune gente que regala animales domésticos en el cruce de las dos peatonales (Córdoba y San Martín para más datos). Podemos ver la sonrisa de algún niño llevándose un perrito marca perro (o en su defecto un gatito marca gato) abrazado contra su pecho, feliz por haber agrandado su lista de amistades. Casi siempre al lado está la figura paterna y/o materna con una cuasi-cara de culo pensando en que al final de todo iban a tener que encargarse de esa bestia una vez que el chico se aburra. Y bueh, siempre es así, es el Círculo de la Vida, preguntale a Simba.
Pero este sábado hubo algo que no había visto nunca anteriormente. Había una de esas manifestaciones protestando, gritando por altavoces frases tipo “...terrorismo de estado...”, “...somos víctimas...”, “...están chupando...”. La verdad es que uno desgraciadamente está acostumbrado a ver ese tipo de marchas, sin demasiado eco en la gente que casualmente transita por la peatonal. Pero cuando ves que en la marcha hay un tipo disfrazado de león y otro de perro azul, ahí la cosa cambia un poco. En un momento se me quemaron los cables cerebrales. Que mieeerda? No entendía que tenía que ver lo que oía con esa imagen carnavalesca. Y entonces me detuve y presté un poco más de atención.
Era una manifestación de la Sociedad Protectora de Animales, que iba directo hacia la Municipalidad, porque parece que algo ha estado pasando con algunos perros, como que han sido llevados por la perrera y allí fueron ultimados sin preguntar si tenían dueño o no. No me quedo muy en claro el tema, no podía dejar de observar a ese perro azul cabezón de dos metros de alto que se movía al compás de un bombo bajo una pancarta que decía “Aparición con vida”.
Seguí luego tranquilo recorriendo mi surco sabatino, como siempre, pensando en que jamás dejaré de sorprenderme de esta ciudad. Ni ella de nosotros.
lo dijo el Sr Coso a las 1:57 p. m.
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