domingo, abril 10, 2005
Que vuelva esa bendita represión!!
Había una vez, allá no tan lejos y hace tiempo, que existía una profesión que fue aniquilada por la modernidad y la globalización. Bah, una sola profesión no, pero acá me voy a dedicar a rescatar del olvido a una profesión que en su momento no era tan noble, pero que ahora se hace necesaria: El Acomodador de Cine.
Gracias a dos factores fundamentales de estos últimos tiempos (la llegada del VHS primero, y el arribo de las multisalas luego) la gente ha adquirido unas costumbres espantosas a la hora de ir al cine. Hablan durante la película hasta por los codos (y no solo entre los presentes, sino que se han incluído las charlas via celular); hacen ruidos comiendo pororó, caramelitos envueltos en papel de origami, o cualquier merda embolsada que lograron introducir a la sala; van a ver películas prohibidas para menores con bebés que lloran apenas se apagan las luces; se paran y se van si no les importa lo que se ve en pantalla porque sacaron la entrada sin tener la puta idea de lo que iban a ver, etc, etc, etc... ¿Y por qué antes no pasaba esto? Bueno, recordemos...
Cuando eramos chicos sabíamos que si hacíamos el menor kilombo, venía el Señor ese con la Linterna cual Sable Láser de Darth Vader a iluminarte la cara y decirte "Nene, cortala o te saco". Teníamos ese silencio sepulcral durante la proyección de las películas, cosas indispensable y necesaria para lograr una comunión con la pantalla plateada. Sabíamos que venía El Señor con Poder Luminoso y nos sacaba al carajo si rompíamos la paz del rito fílmico. Esos era buenos tiempos.
Por eso, desde aquí vaya mi tributo y un ruego para la Aparición con Vida del Acomodador de Cine, ese desgraciado tan querido.
Gracias a dos factores fundamentales de estos últimos tiempos (la llegada del VHS primero, y el arribo de las multisalas luego) la gente ha adquirido unas costumbres espantosas a la hora de ir al cine. Hablan durante la película hasta por los codos (y no solo entre los presentes, sino que se han incluído las charlas via celular); hacen ruidos comiendo pororó, caramelitos envueltos en papel de origami, o cualquier merda embolsada que lograron introducir a la sala; van a ver películas prohibidas para menores con bebés que lloran apenas se apagan las luces; se paran y se van si no les importa lo que se ve en pantalla porque sacaron la entrada sin tener la puta idea de lo que iban a ver, etc, etc, etc... ¿Y por qué antes no pasaba esto? Bueno, recordemos...
Cuando eramos chicos sabíamos que si hacíamos el menor kilombo, venía el Señor ese con la Linterna cual Sable Láser de Darth Vader a iluminarte la cara y decirte "Nene, cortala o te saco". Teníamos ese silencio sepulcral durante la proyección de las películas, cosas indispensable y necesaria para lograr una comunión con la pantalla plateada. Sabíamos que venía El Señor con Poder Luminoso y nos sacaba al carajo si rompíamos la paz del rito fílmico. Esos era buenos tiempos.
Por eso, desde aquí vaya mi tributo y un ruego para la Aparición con Vida del Acomodador de Cine, ese desgraciado tan querido.

lo dijo el Sr Coso a las 6:58 p. m.
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