martes, julio 19, 2005

Tour Salvaje por la fauna de la Peatonal Córdoba - Parte 8

¿Ya pasó un mes?

Si, un mes desde la última vez que recorrí la Peatonal Córdoba en este Tour Salvaje. En este tiempo las calles pasaron de ser insoportablemente húmedas y resbaladizas a ser secas, bastante más grises y frías. Llegó el invierno, así porque sí. Ya no estamos en el Verano del Primer Mundo, sino que llegó impío el Tornillo del Tercer Mundo. A abrigarse, que el broncoespasmo está de moda.

Y hay un coro de toses por la Peatonal. Cola en la farmacia Peressotti para comprar antigripales mientras te dan un folleto de Vote Peressotti Concejal. Hay más perros abandonados que de costumbre, será la altura del año, será que se juntan en jauría para abrigarse mutuamente, que se yo. Allí los ves vagando y ladrándoles a los faroles de los autos como Quijotes de cuatro patas.

Otras mascotas tienen más suerte, o al menos eso parece. Los sábados a la mañana hay una reunión ya clásica en la intersección de las dos Peatonales Rosarinas en donde hay gente que regala y otra que acepta como regalos a diversos animalitos: bueno, digamos perros o gatos... la verdad nunca ví otro tipo de bicho ofertado por allí. Los que juegan con ventaja obviamente son los cachorritos. Pocos no se conmueven con esas miradas infantes de perros solos que buscan dueño -- mirada que más de un galán rosarino trata de copiar un sábado a la noche en los bares de solteros. Los perritos ladran, la gente se reune y más de una vez podremos ver a un niño con cara de gozo extremo acarreando a un bichito entre sus brazos, con su padre al lado con cara de resignación pensando que no sabe cómo va a hacer para mantener a esa bestia y que no le destroce la casa durante su violento crecimiento.

Algo que últimamente me llamó la atención es que en esa misma intersección de Peatonales, en donde están esos pequeños árboles llenos de hojas perennes, en un momento de la tarde se siente un gorgeo ensordecedor, un trueno de pitidos incesantes, una catarata de silbidos agudos sin ton ni son. Es que en esos árboles decidieron anidar miles de gorriones (u otros pajaritos pequeños similares, pero no palomas), y en una hora de la tarde se alborotan como locos. Es por eso que advierto a los transeuntes de esta querida Peatonal que en lo posible no transiten debajo de los árboles. Si lo hicieran, en algún momento creerán que está chispeando, que se está por largar la lluvia, pero no. Son los gorriones que pishan. O por ahí, los cagan, perdonando mi expresión. No digan que no les avisé.
lo dijo el Sr Coso a las 12:54 p. m.
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